lunes, febrero 07, 2005

la alegría no es sólo brasilera

como lo imaginaba, el viernes fue una gran noche. walter llegó con el vino y los discos como me había prometido. me propuso que guardáramos el corcho por si sobraba, mientras yo pensaba "este chico no sabe con quien está hablando".
así que servimos la picada y nos sentamos a charlar. después escuchamos música (mucho chico buarque), cantamos a capella enfocándonos por turno con un velador y fuimos a su casa a buscar más discos y un vodka (ya habíamos tomado también la botella de los árboles que yo tengo para casos de emergencia). volvimos, seguimos cantando y sambamos un rato largo, también leímos poemas en voz alta (yo los de él y él los míos, para ver cómo sonaban con otra entonación).

el sábado pinté mi cuarto. fue parecido al sábado anterior -mamá y yo, calamaro, coca light, hablar y trabajar mucho- pero en naranja.

cuando terminamos bajé a comprar flores, gerberas de varios colores. me parece que iba sonriendo por la calle porque, a pesar de que estaba de lo más horrible que se pueda imaginar (jogging con pelos de gato, ojotas, despeinada y con las manos llenas de pintura), me dijeron muchas cosas en las dos cuadras que caminé ("una flor para otra flor" y otras menos elegantes que prefiero no reproducir).

después de estar un rato en la bañadera, decidí que tenía que salir. todo bien con lo de los paréntesis, pero quedarme en casa viernes y sábado es un cambio demasiado fuerte. después me van a decir que no conozco el equilibrio y yo que sé qué otras cosas.
así que no digan que no lo intenté. cerveza en palermo y fiesta sin bebidas, no duré mucho.

en la fiesta había un chico que no se acordaba de dónde nos conocíamos, pero yo sí. yo también me acordaba de una vez, hace más o menos ocho años, en la que estuvimos hablando en la escalera de una fiesta hasta las seis de la mañana y de repente, no sé cómo, él se fue con sus amigos.

tal vez juli tenga razón, pero preferí volver a mi casa a leer 2666.




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