miércoles, febrero 28, 2007

ah, sí

¡ya tengo 29!

club atlético monserrat

ayer tenía un rato libre y mucha fiaca de meterme en el gimnasio, así que se me ocurrió la maravillosa idea de ir a correr a plaza congreso (no estoy tan para atrás, es lo más parecido a un espacio verde que puede encontrarse cerca de casa).

algunos pensamientos brillantes que me despertó el paisaje:

-la silueta del congreso sobre el cielo del atardecer me encanta.
-hay luna de lluvia.
-los shorts en esta plaza son un hit, no olvidar venir en jogging la próxima vez.
-ese viejito es igual a pettinato con 15 años más.
-y 47 empiezo a correr. y 51 empiezo, ahora sí, me pongo las pilas. bueno, mejor empiezo cuando llego al caminito blanco.
-¿cuándo prenden las luces de la cúpula?
-ese pibe va re rápido.
-estoy corriendo en uno de los lugares con más ruido y smog de toda la ciudad.
-¿qué estoy haciendo?
-si me encuentro con alguien conocido digo que soy mi hermana melliza.

martes, febrero 27, 2007

faltan 366 días






me acuerdo que, cuando empecé con este blog, o unas semanas después, me puse a pintar mi casa con la ayuda de mi mamá. una tarde, mientras pintábamos el living de amarillo, yo le dije casi con terror que me daba impresión que, en dos años, cuando se me venciera nuevamente el contrato de alquiler, me iba a faltar sólo un año para cumplir treinta.

"¿y qué pasa?", dijo mi mamá.


"nada, eso."


"pero falta mucho... y además treinta no es nada."





se me venció el contrato este mes.


las paredes ya no están impecables.



mañana cumplo 29 y no puedo creer lo rápido que pasó.


mientras escribo esto, mi mamá me llama y me pregunta si necesito ayuda. le digo que no mucho, que voy a hacer algo tranquilo.
"te llevo guacamole y alguna otra pastita, uno no cumple cuarenta todos los días".

jueves, febrero 22, 2007

tengo dos gatos

me agarró como una especie de desenfreno blogger, ya se me va a pasar. el tema es que no soporto haber subido sólo una foto de valentín, así que ahí va una de ema, la gata más panqueque del mundo.



salto de cama


7.30 pasadas, suena mi celular. es alegre, el pintor de la casa de mi viejo. van dos veces en cuatro días que mi hermano adolescente no escucha el timbre. me visto mientras marco el número de su casa desde el teléfono de línea y su celular desde el mío. camino de mi cuarto al baño como una loca con un teléfono en cada oreja, trato de sostener el tubo entre la cabeza y el cuello mientras me pongo la pollera negra.


no atiende y lo quiero matar.


bajo, me tomo un taxi.


alegre me espera en la puerta. alegre es alegre. se ríe de mi hermano. yo no me río tanto, entro y lo zarandeo. él no entiende nada, me mira como si yo fuera un extraterrestre que acaba de aterrizar directo en su cuarto. le grito como una loca, él me mira, "decime algo aunque sea, tarado", le digo y pienso: dios mío, soy la peor versión de mí misma, te cagaría a palos, me vas a pagar el taxi y el desayuno, y te juro que te lo voy a cobrar, seguro que me olvidé algo en casa, ¿seguirá lloviendo?, qué nabo es este pibe, no puede ser.


alegre me llama, me muestra el living.


en medio del polvo de una casa en la que están pintando algunos ambientes, seis o siete envases de cerveza distribuidos entre el piso y la mesa de los discos, una botella de fernet, una de vino, ceniceros llenos y, en el medio, una banqueta y una baraja de cartas españolas todas desparramadas como si los jugadores se hubieran dispersado apenas un rato antes.


"si yo me tomo un vaso nomás de este fernet, no me levanto ni loco", dice alegre.


yo seguro que sí. igual trato de recordar cómo era a la edad de mi hermano. qué hacía hace 10 años.


creo que más o menos lo mismo pero sin quedarme dormida tan seguido.


además, nunca me gustó mucho jugar a las cartas.



miércoles, febrero 21, 2007

ahí vamos



ahora que blogger hizo este cambio (sí, llegué re tarde), no sólo me colgué con los colores como quien pinta su casa para renovarse en los primeros meses del año (o una semana antes de cumplir 29, qué sé yo), también perdí por algún lado el contador de visitas (tal vez esté abajo de mi cama, al lado del cepillo de pelo o de algún zapato que nunca encuentro).


así que vamos de cero.


y para empezar otra vez, nada mejor que un gran cambio.

este es valentín, un gato enorme que se cree chiquito.

nos volveremos a ver

acá estoy, volví hace tiempo ya, pero no por completo. no sé por qué dejé de escribir, ni tampoco por dónde seguir ahora. estuve en una casa con mucho sol y sillas naranjas en el df. naranja y amarillo (me resulta tan simple ser feliz en esos tonos) flores blancas y la cama más grande del mundo. tuve unas vacaciones lindísimas, las mejores. fuimos a la playa y nos colamos en una boda, mexicana, claro. bueno, en realidad no fue colarse tanto, porque yo fui a preguntarle a la novia si nos podíamos quedar y, como debe hacer toda novia, dijo que sí. la verdad es que la fiesta estaba buenísima, las mesas con velitas, móviles de espejos, lámparas, flores, y todo sobre la playa. esas son las ventajas de no tener playas ventosas, porque me imaginaba la misma escena en la costa argentina y me daba onda tornado: las telas prendiéndose fuego sobre las velas, todo lleno de arena, la novia peinada igual que yo cuando me levanto, un desastre.
también charlé mucho con juli, fui a cenar con sus amigas, jugué con simi y tita.
en una ciudad con 26 millones de habitantes, me encontré en la calle por casualidad con un amigo que no veía desde hace ocho años, cuando nos conocimos viajando por europa.
también almorcé con hernán, caminé muchísimo, tomé tequila, tomé mucha cerveza, comí tacos, los mariachis me cantaron dos canciones (¡¡los mariachis existen de verdad!! todavía no lo puedo creer).
todo me pareció increíble, acapulco, la vida dominguera paseando por chapultepec, ver pelis bajo la frazada, teotihuacan, la casa de frida, la de trotsky, la plaza garibaldi, los pregoneros, el olor a comida y los colores que inundan la ciudad. y, más que nada, la felicidad que todavía me dura.

buen augurio

un sábado de enero en el campo, un bichito de luz se subió a mi zapatilla y me iluminó durante algunos metros. yo le recitaba mentalmente “mientras el contorno del parque se dibuja con el brillo intermitente de unas luciérnagas” y a la vez le decía por lo bajo: gracias, gracias, gracias.