después de unos años sin verlo, me encontré a tomar algo con iván. es increíble, hay gente con la que uno se lleva bien más allá del tiempo que pase, digo, no es como si no hubiera pasado el tiempo, sino que el tiempo pasó pero no importa, es fácil conectar de nuevo. fuimos al ruso y probamos los fiambres típicos (que se parecían a la panceta y el lomito de acá) y un strogonoff con puré.
la música rusa, las banderas y las caras típicas de los que atendían el local hicieron que nuestros apellidos se volvieran una mera anécdota, aunque yo aseguré que hay rusos que tienen nuestros colores, no todos son rubios, también hay morochos de piel muy blanca y con ojos achinados.
bueno, no sé, eso me dijo una vez mi mamá por unas fotos que vio en la revista viva, así que tampoco es una fuente muy confiable.
luego de charlar largo rato y tomar un vasito de vodka, doblé la esquina y fui a la presentación del libro de edwards.
fue bastante raro todo, divertido, con varios cambios de vestuario y personajes.
lo que más me gustó fue cuando leyó.
a la salida, fuimos a comer unas empanadas y a tomar cerveza por ahí.
me dormí muy tarde y soñé que estaba en la nieve.
jueves, septiembre 15, 2005
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