miércoles, marzo 29, 2006

soy tu fan o a veces parece que vivo en una comedia de bajo presupuesto

i
después de viajar en un micro al que no le andaba el aire y pasar así, valija en mano, por el cumple de mrtn en lo de sol y beber bastante cerveza y un champagne de despedida, llegué a casa.
mamá me había dejado una nota ilegible, escrita sin anteojos, y un mensaje en el contestador: “¿todavía no llegaste, puta? tus gatos te extrañan.”
fui a la cocina, me serví un vaso de agua, me senté en el sillón y la llamé. estuvimos hablando un rato largo. al final, cuando yo estaba tomando el último trago del vaso y pensaba ir a servirme otro, me dijo: “no regué las plantas porque seguían húmedas por la lluvia, usá el agua que está en la botella arriba de la mesada, tiene fertilizante.”

ii
llegué a casa después de cenar en lo de juli s. medianoche y un solo gato que viene a recibirme. el otro maúlla desesperado desde un gran hueco vecino al patio. ¿cómo lo saco de ahí a esta hora?

primer intento: bajo un balde con comida atado a una bufanda. mi gato nunca vio un rescate por tv, no imagina que debe entrar al balde para que yo lo levante desde arriba, come y se frota mimoso con la bufanda.

segundo intento: cuelgo una sábana con nudos. mi gato tampoco vio programas de escaladores, ni de niños que escapan de su casa por la ventana, vuelve a ronronearle a la sábana.

tercer intento: le bajo un palo de escoba. mi gato nunca vio concursos de palo enjabonado, me mira desde abajo sin entender qué es lo que hago.

cuarto intento: llamo a mi mamá que me sugiere que llame a los bomberos y, finalmente, se angustia y viene hasta casa.

paréntesis: llega mamá y vuelve a intentar las mismas cosas que yo. tomamos un whisky con hielo.

quinto intento: mi mamá dice “si fuéramos hombres, seguro que podríamos sacarlo”. ante esta afirmación, decidimos que lo vamos a lograr. sacamos un postigón de la persiana del balcón, lo cargamos (pesa mucho) hasta el patio y, entre las dos, lo bajamos con cuidado. la gata maúlla desde un banquito y suponemos que le está explicando al gato cómo volver. finalmente valentín trepa y vuelve a casa.
hay lágrimas y abrazos (mamá y el gato, el gato y yo, mamá y yo, y uno a ema por no tirarse).

iii
decido retomar la facultad. compro cuaderno y birome.
llego al teórico. me asomo en aula equivocada. al lado mío, otra chica se asoma igual.
la miro.
es la novia de pablo.
minutos más tarde las dos escuchamos el mismo teórico de literatura eslava.

mientras tomo apuntes, me pregunto si no será mejor irme a rusia y cursar literatura argentina.

no quiero estar enero en pinamar

hace una semana, llegué de mis segundas vacaciones.
nueve días en un súper apart en mar de las pampas a un precio absurdo, menos que lo que saldría un camping.
algo así como estar con tres amigas en un spa, pero un spa en el que engordás como un chancho.

la rutina iba más o menos así: levantarse alrededor de las ocho, nueve de la mañana y pedir el desayuno, desayunar, ir a la playa y estar tiradas cual morsas, intentar leer mientras alguien habla, almorzar en el parador, volver a tirarse, tomar mate con galletitas en las reposeras al lado de la pile, intentar leer, poner un dvd y acostarnos en la cama con una "frazadita", hacer una picada, intentar leer algo, ver la novela echadas en la cama, cenar, ver otro dvd, intentar leer en el silencio de la noche y quedarse dormida antes de la una de la mañana.

en los tres días de lluvia reemplazar "playa" con "pintar con acuarelas, papel glacé y brillantinas".

un deporte muy en boga esta temporada fue la generala y su compleja variante "el obligado". y también, de alto riesgo, el nado de ballena en la bañadera llena de sales y espuma.